Porque tuve hambre, porque tuve sed...
DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
08/04/2014
Calentita, ¡pero que muy calentita!, me he levantado esta
mañana, tras una horrenda noche de pesadillas a consecuencia de imágenes que me
impactaron anoche en la tele. Sí, me estoy refiriendo al tema de los
desahucios: ancianos llorando y empujados para sacarlos de sus casas, niños
asustados de las manos de sus madres que gritan, lloran y a rastras son echadas
de aquel pisito que compraron cuando podían pagar la generosa hipoteca que
Cajas y Bancos les metían por los ojos, cuando
hombres y mujeres trabajaban y hasta se podían permitir su cochecito y
sobre todo podían alimentar a sus hijos.
Pues, sí, me estoy refiriendo al peor
drama, al menos yo así lo veo y lo siento, de esta maldita hora llamada crisis.
No creo que se trate de buscar culpables, ni tan siquiera creo que se trate de
cuestiones meramente políticas, aunque si hay que cambiar leyes, que se cambien ya y no se mire
para otro lado, pero yo hablo, como mínimo de humanismo. Einstein dice que la
luz es la sombra de Dios. Yo creo que el dios de la luz debe haberse eclipsado
porque ni tan siquiera su sombra aparece en estas escenas tremendas de
deshumanización con las que nos levantamos y acostamos cada día o ¿puede que
sí, que sea su luz la que nos hable y a punto esté de levantar el látigo? No lo
sé, pero si hay un millón de euros para cambiar el nombre del aeropuerto de
Barajas, que veo bien, pero que puede esperar, ¿cómo permitir que seres
humanos, maltratados por una crisis que no crearon, sean sacados a rastras de
sus casas, de sus recuerdos, de sus vidas?
También Einstein dice que la palabra
progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices. El último
informe de Cáritas expone datos espeluznantes sobre el hambre y la pobreza en los
niños. Dejemos, pues, de pelotearnos con políticas y acabemos con escenas como
estas porque erradicarlas no es un acto de caridad, es un acto de justicia. N.
Mandela.
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