Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

26 jun 2014

Queridos amigos/as: Os copio el enlace  del blog que dedico a mis
 
hijos con una entrada que esta vez son frases mías que pertenecen a

 una obrita que he titulado  "El tren de la Vida". Os gustará.

24 jun 2014

Manual para ser buenos suegros/as





También los crepúsculos pueden ser bellísimos, cuando  reina la armonía

ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA
Queridos  amigos/as mayores: Mucho nos queda por aprender, si queremos  convivir en 
paz ante todo y sobre todo con nuestros hijos/as  casados o mayores. Se me ocurren estos consejos, que trato de llevar a cabo, si bien no siempre  tan bien como quisiera, pero el intentarlo  creo que ya es mucho.
No olvides que tu casa es la casa de tus hijos, pero la casa de tus hijos no es la tuya.
Sí delante de ti uno de tus hijos y su pareja discuten, no tomes partido. Mejor te ausentas con algún achaque.
Sí uno de tus hijos o hijas, te cuenta algún desencuentro con su pareja, no eches más leña al fuego. Mejor trata de apagarlo.
Sí tienes llave de casa de tus hijos no la uses sin su autorización.
No te sientas humillado por no seguir siendo el primero/a. Aprende a ser, y es mucho, el segundo o tercero.
Sí piensas ir a visitarlos, avísale primero.
Si por algún motivo quieres o tienes que hablar con tu hijo o hija y coge el teléfono su pareja, no preguntes directamente por él; interésate, primero, por él o ella.
No se te ocurra llevar esa comidita que tanto le gusta a tu hijo o hija, solo para ellos; piensa en su pareja.
No mortifiques a tus hijos con tus achaques. Piensa que no pueden evitarlos, pero sí sufrirlos.
Si comes en casa de tus hijos, alaba mucho la comida;  no hables de cómo las haces tú.
No te conviertas en un problema negándote a posibles soluciones, cuando las necesites.
Olvídate de tu experiencia y enriquécela al tiempo que la adquieren ellos.
No le reproches  ausencias y desatenciones. Además de sus problemas, no podemos echarle más peso con los nuestros.
Ayúdales cuando te lo pidan, pero no te conviertas en esclavo/a a su servicio.
No comentes a tus hijos posibles defectos, comportamientos o quejas  que tengas de su pareja. Ellos la conocen y te conocen.

Los hijos también tiene obligaciones. Ya hablaremos de ello.

23 jun 2014

Objetividad, ¡qué gran valor!


DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
  24/06/2014
Las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad venían a representar --¡en qué tiempos aquellos!-- las más bellas vestiduras que podían aderezar al ser humano en su travesía por la existencia. En ellas se extractaban, sin entrar en referencias de ninguna clase, todo lo que hoy llamamos, en un gran despliegue de palabras, valores.
A veces, y a fuerza de repetir ciertos vocablos, las convertimos en una especie de necesaria rutina que hay que soltar aquí y allí, ya que nos quedan de maravilla, pero que como sucede con otros muchos discursos no pasan de ser pura demagogia que nos deja indiferentes.
No obstante, para mí, hay un valor del que se habla poco o nada y que no obstante, y dados los tiempos que corren, es muy necesario conocer y practicar: me refiero a la objetividad que no es otra cosa que el valor de ver el mundo y todo lo que en él sucede tal y como es, con sus luces y sombras, y no como individualmente nos gustaría que fuera.
Los seres humanos somos como un cóctel cuyos componentes, entre otros, son: sentimientos, raciocinio, aprendizaje, experiencia, etcétera. Todo eso bien batido nos da como resultado una percepción de la realidad que puede estar equivocada pero a la que nos aferramos por muy evidente que sea nuestro error.
Ser objetivo es un valor importante, porque exige de nosotros ver los problemas y las situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y razonamiento. Hoy día, los Medios colaboran en mucho a crear corrientes de pensamiento que, según ideologías, dirigen nuestra objetividad.
De ahí la necesidad de usar el raciocinio y la experiencia para despejar matorrales y oscuras frondas que nos impiden ver la luz del sol en su esplendor. Todas las épocas decadentes son subjetivas y por el contrario todas
las épocas de progreso son objetivas / Goethe. ¿De qué color será, pues, nuestra época?

14 jun 2014

Postal para el domingo




MIS pies no han recorrido largos caminos por el mundo, pero mis ojos se cerrarán un día repletos de sencillas bellezas, y mi alma rebosante de ternura y emoción por haber sido receptora de maravillas ocultas a la mayoría de los mortales que buscan felicidad sin saber que está ahí, al alcance de su mirada, de sus manos... 
No hay más. Bueno, sí, la música que escucho esta madrugada... Reloj, no marques las horas... 
Y mi postal de la nueva y vieja ya luna sobre el pequeño arce que un día, no sé cómo, creció en mi terraza.

9 jun 2014

Cuento: El hombre y la mujer que caminaban solos


Esta madrugada, a  duermevela y pegada a la radio, escuchaba a una mujer que se lamentaba de su gran soledad. La paciente interlocutora le aconsejaba remedios: compartir piso, hacer amigos, trato vecinal, etc. La mujer, a cada propuesta, manifestaba insalvables inconvenientes: ¿compartir mi baño? ¿Amigos que solo ven que pueden sacarte...?  Recordé un cuentecito que escribí hace tiempo al respecto y que dice así:
 Un hombre y una mujer, que caminaban en solitario por distintos senderos, y se dirigían al mismo lugar, coincidieron en el remanso de una fuente. Se dijeron: Puesto que los dos estamos solos, caminemos juntos  y hagamos   un nuevo camino.  Podremos sobrellevar  así rigores y nuestros  pasos  se harán más ligeros.
Y, con alegría por haber dejado atrás la soledad, reanudaron el camino. Cuando llegó la noche del primer día, la mujer se dijo: ¡Qué camino tan estrecho! Me he sentido mal: No, no es esto lo que yo preciso Ni un día más podría soportarlo. El paso de este  hombre es lento, pequeño, mezquino...  Mejor apartarme de él cuanto antes...
El hombre, por el contrario, al llegar la noche, se dijo: ¡Qué camino más ancho, más  complicado, más alborotado! No puedo seguir así: lo mío es otra cosa. Al amanecer, retornaré solo a mi camino.   
De esta manera, al día siguiente, se dijeron adiós y continuaron solos cada cual por su anterior camino que les resultó tan familiar y único que ambos, sintiéndose felices se repetían respectivamente: No, esta no era la compañía que preciso. ¡Qué solo/a estoy!

Parafraseando al gran Nietzsche, digo: 
Ser independiente, "vivir solo".  es cosa de una pequeña minoría. es el privilegio de los fuertes.

8 jun 2014

Horas bajas


No ha lugar a la autocontem­plación. ¡Fuera, fuera depresiones y horas bajas!

Tormenta de primavera. Parece como si la calma y la sole­dad hubiesen recobrado todos sus derechos, tras una agitada semana de trabajos.
Noto en esta medio mágica tarde como si las aguas de mi alma estuvieran en un nivel de alerta: no tengo ganas de salir;  no tengo ganas de comer; no tengo ganas de leer...
Sólo deseo seguir y seguir, aquí, sentada junto a la cristalera de mi terraza, viendo cómo pasan las nubes en un maremagno de tonos grises, negros, blancos...
¿Estaré deprimida? Ganas de llorar tengo, y mis pensamientos  discurren por el mar revuelto de los recuerdos, y mi presente lo pienso como un sin sentido al que me acoplo en un auto-engaño que, en cantinela, me repite: "¡Si todavía te queda mucho por hacer!"
Mi vida ha sido un largo camino de luchas, reivindicaciones, tra­ba­jos... Tengo la impresión de que todo lo tengo terminado, de que todo instante más que vivo es un privi­legio por el que debo dar gracias a Dios.
 Y la tarde sigue cada vez más oscura, y ni la luz  de mi lámpara deseo que perturbe estos momentos de reflexión en los que, a solas conmigo, me cuento la verdad de las cosas:
 Un día ya no estaré para seguir viendo cómo corren las nubes, para seguir sintiendo cómo la vida  es  un ligero paso en el que, a  veces perdemos y  a veces ga­namos, para seguir compro­bando que lo único que vale la pena es el amor que damos y recibimos...
 Llaman a la puerta. Abro. ¡Vaya sorpresa! Mi hijo, mi nuera, mi preciosa  nieta. La cojo, me mira, me sonríe. Me contengo unas lágrimas. Es mi niña preciosa que ha llegado a  visitarme y, al mirarla, las ganas de vivir me renacen porque no había reparado, en estas horas bajas, cómo agazapada en mí, con una realidad casi palpable, existía, existe,  un ansia fuerte de vivir, y vivir mucho.
El telón de mi "psicodrama"  se ha izado por la súbita irrupción de mi familia que ha puesto fin al caos de  solitarios pensamientos que era hace unos instantes.
Y lo cuento tal y cómo lo he vi­vido, por si puede servir  a al­guien que en horas bajas se crea ya en el fin.
Tras esa cortina de humo que nos impide ver, siempre hay un motivo, un horizonte de luz  que puede hacer que olvidemos el pasado y las sombras del presente porque enciende en el corazón la esperanza dulce y arrolladora del mañana que todavía es posible.
Sí, me arreglaré, me iré a la ca­lle. Dejaré, por un rato, este si­llón, este cielo de tormenta y estos negros pensamientos.
Es viernes. Llueve. Tengo fami­lia, amigos, trabajo, salud...
¿Qué más se puede pedir?
 No ha lugar a la autocontem­plación. ¡Fuera, fuera depresiones y horas bajas! Tengo tanto...