También los crepúsculos pueden ser bellísimos, cuando reina la armonía
ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA
Queridos amigos/as mayores: Mucho nos queda
por aprender, si queremos convivir en
paz ante todo y sobre todo con nuestros hijos/as casados o
mayores. Se me ocurren estos consejos, que trato de llevar a cabo, si bien no
siempre tan bien como quisiera, pero el
intentarlo creo que ya es mucho.
No olvides que tu casa es la casa de
tus hijos, pero la casa de tus hijos no es la tuya.
Sí
delante de ti uno de tus hijos y su pareja discuten, no tomes partido.
Mejor te ausentas con algún
achaque.
Sí
uno de tus hijos o hijas, te cuenta algún
desencuentro con su pareja, no eches más
leña al fuego. Mejor trata
de apagarlo.
Sí
tienes llave de casa de tus hijos no la uses sin su autorización.
No te sientas humillado por no seguir
siendo el primero/a. Aprende a ser, y es mucho, el segundo o tercero.
Sí
piensas ir a visitarlos, avísale
primero.
Si por algún motivo quieres o
tienes que hablar con tu hijo o hija y coge el teléfono su pareja, no
preguntes directamente por él; interésate, primero, por él
o ella.
No se te ocurra llevar esa comidita
que tanto le gusta a tu hijo o hija, solo para ellos; piensa en su pareja.
No mortifiques a tus hijos con tus
achaques. Piensa que no pueden evitarlos, pero sí
sufrirlos.
Si comes en casa de tus hijos, alaba
mucho la comida; no hables de cómo
las haces tú.
No te conviertas en un problema negándote a posibles soluciones,
cuando las necesites.
Olvídate de tu experiencia y enriquécela
al tiempo que la adquieren ellos.
No le reproches ausencias y desatenciones. Además de sus problemas, no podemos
echarle más peso con los
nuestros.
Ayúdales cuando te lo pidan, pero no te
conviertas en esclavo/a a su servicio.
No comentes a tus hijos posibles
defectos, comportamientos o quejas que
tengas de su pareja. Ellos la conocen y te conocen.
Los hijos también tiene obligaciones. Ya hablaremos de ello.