MIS
pies no han recorrido largos caminos por el mundo, pero mis ojos se cerrarán un
día repletos de sencillas bellezas, y mi alma rebosante de ternura y emoción
por haber sido receptora de maravillas ocultas a la mayoría de los mortales que
buscan felicidad sin saber que está ahí, al alcance de su mirada, de sus
manos...
No hay más. Bueno, sí, la música que escucho esta madrugada... Reloj,
no marques las horas...
Y mi postal de la nueva y vieja ya luna sobre el
pequeño arce que un día, no sé cómo, creció en mi terraza.
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