Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

31 dic 2013

PALABRA CLAVE, ILUSIÓN



¡Qué maravillosa puesta de sol! 
¿Acaso no es ilusionante contemplarla?


Ahora anochece. Ahora toca escribir. Ahora, cuando elijo tema, mis ojos se van al almanaque: último día del año. ¡UF, cómo pasa el tiempo! Por unos momentos siento que una sutil sombra depresiva avanza hacia mí con su carga de recuerdos y nostalgias. ¡Qué tiempo tan feliz aquel y el otro! 
Absorta en ilusiones pasadas, me salta a la memoria  palabras de A. Maurois: una ilusión eterna, o que por lo menos renazca en el alma de vez en cuando, no sólo está muy cerca de
 la realidad, sino que sin esa realidad no se puede vivir. 
Y ya sé algo: no son las fiestas, los regalos, las explosivas alegrías las que provocan bellos e ilusionantes días a los seres humanos. No, a pesar de la tremenda desgana de vivir que a 
veces nos invade, siempre podemos renacer con alguna pequeña ilusión que inventemos y hagamos realidad. 
Y sí, hay que poblar la vida de ilusiones. Hoy estoy convencida de que los sueños, casi siempre, hay que crearlos. La vida es un zigzag de altos y bajos que nos vapulean de un momento a otro sin intermedios. El almanaque dice que se acaba el año y que el tiempo se nos va liquidando. Yo me digo que el invento no puede conmigo. ¡Que no!, que no me asusta este fantasma don tiempo que parece devorarnos en fechas, urgencias, noches viejas, días nuevos.
Hagámonos felices, considerando que la ilusión procede de un  manantial interior del que podemos beber siempre. Si lo ignoramos, llegará a ser pozo  seco, montón de ruinas.
Un pequeño esfuerzo, amigos: ¡mirad al cielo y comprobad que ahí siguen las estrellas, juguetes eternos de nuestros ilusionados sueños! Nos toca transmitirlos, pero si nos perdemos en nuestros ya manidos recuerdos, estaremos haciendo de las ilusiones más jóvenes, flores marchitas.
Ahora que todo se etiqueta con palabras clave, expreso la mía favorita para el próximo año, no solo para mí sino para el mundo entero, en una palabra:  ilusión.

27 dic 2013

El mejor abrazo


    
Relax, proyectos e ilusiones vacacionales, al volante de un lujoso automóvil, me dirijo a un pueblo cercano.  Al pie de una iglesia de puertas abiertas y  repleta de gente, aparco. Sentada cerca del altar, con olor a nardos, recuerdos y nostalgias de otros tiempos, me encuentro bien. Regreso, no obstante, pronto al presente de mi coche que, con dos ruedas pinchadas, me aguarda. Y mi felicidad, proyectos e ilusiones se tornan, súbitamente,  ansiedad, impotencia, súplica…  
Y él, hombre de a pie, grueso, colorado, sudoroso, se me acerca: No se apure, señora –exclama-;  ya mismo está su coche en marcha. Bártulos en mano,  tirado por el suelo, unos minutos de silencio y… ¡Ea, ya está! –vuelve a exclamar, limpiándose las manos-. ¿Ha visto usted? En mis ojos, unas sentidas lágrimas de alegría y agradecimiento. Apenas digo algo. Él, hombre, prosaico, elemental..., echándome un brazo por encima, me aprieta junto a su tosco y jadeante cuello. ¡Venga!  ¿La llevo a su casa? ¿Se encuentra bien? Recomponiéndome, contesto: ¡Ya se ha molestado bastante! Gracias; estoy bien. Con la mirada  y una mano levantada, me sigue, hasta que me pierdo en el tráfico punta de la hora. Al volante siento que el más sobresaliente  e impensado proyecto de mi vida me acaba de sorprender: El abrazo de aquel inédito hombre, de un ser humano, sin más.

Abrazo, que al finalizar el año, en el balance de recuerdos, encuentro y extiendo a mis amigos/as como el más sentido y sencillo obsequio de este dos mil trece que se nos apaga.

23 dic 2013

Feliz navidad


Queridos amigos/as: Que tengáis una noche, una vida de felicidad, sin olvidar que siempre es posible a pesar de los años y de las circunstancias. 
Hagamos un paréntesis y tratemos de transmitir a los que nos rodean, ilusión, esperanza y sobre todo, amor, mucho amor por todo y por todos. 
A los mayores nos toca hacer historia y no podemos dejar en blanco esta página de la Navidad, sumidos en absurdos recuerdos y nostalgias que solo nos perteneces a nosotros. Los demás tendrán los suyos cuando  les toque.
Un gran abrazo desde mi portalito donde os veo y os siento a todos como ciudadanos del mundo con los que deseo compartir lo mejor que   tengo: esta maravillosa estampa.
Un fuerte, muy fuerte abrazo. 








16 dic 2013

Dónde está la felicidad

DIARIO CÓRDOBA/ OPINIÓN

 Para un niño/a basta mirar la llamita 

de una chimenea para sentirse feliz. Para mí también.

La felicidad humana --dice B. Franklin-- generalmente no se logra con grandes golpes de suerte que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
Me ha sorprendido esta frase por la coincidencia con otras mías referentes también a la felicidad: la felicidad no se busca; se encuentra. La felicidad no es un bien que nos llega a la puerta empaquetado y con remitente de gran altura.Tampoco es ese nombramiento que tal vez esperamos, ese homenaje que creemos merecer, o ese cargo que deseamos nos sitúe a la altura del fuerte, poderoso, tenido en cuenta, respetado e incluso temido.
El hombre feliz de aquel antiguo cuento de Tolstoi resulta que no llevaba la deseada y buscada camisa de la felicidad que precisaba el zar. Pero hoy día no nos bastaría con buscar una inexistente camisa sino que buscamos torpemente camisas y más camisas de los más variopintos colores y procedencias.Y con ese equipaje a cuestas vivimos frustrados, victimizados, olvidados, desgraciados, desafortunados, infelices en una palabra. El néctar era una bebida maravillosa que alegraba el corazón de los dioses, pero que apenas los alimentaba. Y eso ocurre cuando buscamos esa felicidad que tan solo, si nos llega, es como una columna de humo que en unos instantes se desvanece.
Los golpes de suerte que esperamos se barajan y distribuyen entre conveniencias, regateos, estraperlos y lo que es más frecuente en estos tiempos: hacerse planta trepadora. Es decir, buscar un soporte por dónde encaramarnos, aunque sea a costa del mayor precio que podemos pagar: la pérdida de la dignidad.
El néctar que alimenta y colma de felicidad no hay que buscarlo sino saber encontrarlo en las pequeñas cosas que nos suceden cada día y nos pasan desapercibidas, obcecados por la inexistente camisa que llevamos puesta pero es tan sutil que la despreciamos. ¡Qué ciegos andamos!

14 dic 2013

Cuento: ¡Algo es algo!


   No puedo permitir que se asfixie 
la oportunidad  que me queda.

Un hombre, llegado el día de su jubilación, se dijo: ¡Bastante hice ya! Ahora me toca descansar. Es mi hora.
Y se pasaba los días de un lado para otro y cuando alguno de sus hijos le proponía algún proyecto solía contestar: Yo no preciso proyectos. Hice mi  gran siembra y recogí.  No quiero más proyectos.
Un  día, sentado en su terraza, observó con sorpresa cómo su vecino, jubilado como él,  al caer  la tarde, regresaba de su campo con las manos cargadas de hermosos frutos de su pequeña siembra.  Vaya! -se dijo- ¡Qué buen año ha debido ser a juzgar por la recolección que ha hecho mi vecino de su pequeña parcela! Iré a la mía; seguro que ha dado frutos.
Y a toda prisa se dirigió a su propiedad pero, cuando estuvo en ella, sólo encontró un erial de pasto y forraje que ni tan siquiera servía de alimento a los pájaros. ¿Cómo es esto? -vociferó desesperado-  ¡Me han robado! ¡Ladrones! Preguntaré a mi vecino.
Y  el vecino le contestó: Muy sencillo, amigo. A su tiempo hice mi pequeña siembra que he regado y abonado. Me siento satisfecho  por el resultado. Ahora sé que mi vida sigue teniendo sentido y me siento feliz por ello. Tengo la impresión de que tu desértica tierra es consecuencia de haberte olvidado de sembrarla y  cultivarla. La abandonaste, amigo. 
El hombre que dejó de sembrar, reflexionó y se dijo: Verdaderamente, lleva razón. ¡Y vaya si se le ve contento!. Yo, por el contrario,  hoy,  me  encuentro con las manos vacías. ¿Qué hacer ahora?  Ya la  noche cae, y mis ojos sólo  son  fatiga y sueño.
Atravesaba su campo ya de regreso, cuando, a la luz de la luna, observó  cómo en la  linde de aquel su camino había crecido una humilde campanilla. ¡Caramba! -exclamó- ¡Algo es algo! La regaré todos los días, la visitaré y abonaré. No puedo permitir que se asfixie la oportunidad  que me queda.

9 dic 2013

Navidad en el cole

Queridos amigos: Tal vez tengáis hijos, alumnos, sobrinos, nietos. Para ellos y ellas, si os 

gusta aportar algo festivo y divertido con los pequeños la Noche de Navidad, os inserto

un enlace que puede daros buenas ideas para  hacer felices a los demás que será, sin duda, 

la mejor forma de ser felices nosotros.

Navidad en el Cole

8 dic 2013

Síes y noes



Queridos amigos: Se aproximan fechas  muy dadas a los recuerdos, y nostalgias, con independencia de la edad, que si bien es cierto que solo aparecen en el índice de nuestra vida, inconscientemente, la mayoría de las veces, tendemos a transmitir  a los que nos rodean. En mi obra, editada por Almuzara y que próximamente va a ser presentada en Córdoba, “El arte de envejecer” voy desarrollando cómo ir haciéndonos mayores con elegancia y dignidad.
Hoy resumo alguno de los noes y síes válidos, especialmente para estos  días. Son cositas tal y cómo yo las creo y trato de llevar a cabo.
Esta entrada la he puesto en mi muro de facebook.
 (Uso tan solo el masculino por acortar.)
………………………..
NOES 
No a chantajear a los hijos: ya te acordarás, te arrepentirás, etc.   
No a querer seguir siendo el primero.
No a quejarse de todo y exigir atención constante.
No a poner siempre por delante la experiencia.
No a sermonear y aconsejar sin que lo pidan.
No a molestar a los hijos sin necesidad.
 No a renunciar a seguir activo en la medida que se pueda.
No a querer demostrar que se sigue viviendo en eterna juventud.
No a ser crítico a todo progreso  sentenciando un futuro pesimista. 
No a anatematizar a los jóvenes por su forma de hablar, vestir, etc.
No a la intransigencia e inmovilismo.

SÍES
Sí, a sonreír, aunque sea a consta de disimular achaques.
Sí, a mostrar serenidad y madurez a la hora de problemas de cualquier género.
Sí a saber aceptar críticas sinceras sin querer justificarlas.
 Sí a recordar el pasado sin nostalgias y sin querer reivindicarlo y compartirlo.
Sí a saber pedir perdón y rectificar cuando nos equivoquemos.
Sí a respetar ideologías de cualquier clase.
Sí a promover convivencias familiares actuando como facilitador de posibles problemas.
Sí a ayudar a los hijos y nietos cuando sea necesario.
Sí a escuchar primero y hablar después.
Sí a ser generosos en halagos, ánimos, en ayuda  en general de cualquier tipo.
Sí al buen humor por encima de todo.
Sí a usar más el presente que el pasado.


Y ya está bien de sermonear por hoy