Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

25 jun 2015

A mi nieto en el día de su graduación, fin de carrera

A mi neto Gonzalo. 



Parece, mi querido Gonzalo que te veo y te oigo, aquel lejano día, cuando  a tus  seis años  lograbas tu primer gol en el polideportivo, donde tus padres y yo nos rompíamos las manos haciéndote palmas, mientras tú, creyéndote televisivo corrías por la pista imitando los movimientos y gestos de los grandes triunfadores. Era tal la dimensión del éxito que experimentabas que, incesantemente preguntabas: ¿Cuánta gente me habrá visto? ¿Y ya todo el mundo me reconocerá..? ¿Y ya soy famoso?
Doce de la noche del día 25 de junio de 2015, hora en la que amainan  los vaivenes del día, hora en la que mi Avenida se torna silencio, semáforos, cielo, estrellas… Hora en la que con nitidez escucho los ecos  nostálgicos de tu alegría y expresiones de felicidad, aquel día, por ese  gol  que de casualidad metiste y que, no obstante, para ti fue algo así como el paso definitivo a la fama. ¡Qué maravillosa ingenuidad la tuya, vida mía! ¡Cuántas cosas podría contar de ti y de tu precocidad y bondad en todo! De hecho ahí tienes un año de artículos dedicados a ti en el Diario CÓRDOBA, ahí tienes una obra editada  y versionada “Conversaciones con mi nieto” y cientos de cartas inéditas, escritas a lo largo de estos años en los que te he visto crecer feliz y responsable.
Mañana, DM. será tu graduación como final de una brillante carrera universitaria. ¿Cómo explicarte  qué siento? ¿Qué decirte en este gran día? Creo que lo primero y obligado dar gracias a Dios por dejarme vivir este maravilloso momento en el que parece que las ilusiones, la alegría y la emoción se conjugan, me crecen y llenan de felicidad.
Ya lo entiendes todo y es por eso que  solo me resta  decirte algo que a mí, personalmente, me ha servido  de brújula siempre: trabaja en esculpir la sublime imagen que el Creador concibió al formarte, trabajo que tendrás que hacer por ti mismo y ningún otro puede cumplirlo en tu lugar. Los demás podremos darte consejos , indicarte caminos, etc. pero, en definitiva, tú has de ser el gran artífice de esa gran obra que, desde el mismo día de tu nacimiento, se espera de ti. Has de ser tú quien desees ser noble, fuerte, limpio de alma. Que la ilusión y la alegría no se aleje jamás ni de tu alma ni de tu rostro.
Mi querido Gonzalo, hoy es el final de una carrera y el principio de otra. No te detengas. Trabaja, vive, ama como lo has hecho  hasta ahora, mirando siempre al ser humano que vive, siente y camina junto a ti en este mundo de todos. Deja la fama para los demás y tú sé feliz con  el éxito personal que te dará el mayor bien alcanzable: la felicidad del deber cumplido con honradez y amor. Y ya está.

Que sí que estoy llorando de alegría y porque  sé que esté donde esté el abuelo Mariano, te mira,  me mira,  sonríe y me llama llorona.

22 jun 2015

Tiempo de Jubilaciones

DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
 23/06/2015

Para trabajadores, en general, y en especial para el magisterio, se viven en estas fechas días de despedida laboral, algo que, paradójicamente, conjuga nostalgia, alegría, dudas, sobre todo, cuando la jubilación se puede anticipar. Poner punto y final a una determinada profesión a la que se le ha dedicado la mayor parte de nuestra vida, puede parecer algo así como si nos diéramos de baja de todo y para todo. 
Es cierto que nos encontramos en una época en la que hay una decadencia del concepto experiencia, es decir, la experiencia incluso profesional, la edad no es apreciada porque representa el pasado. Física y estéticamente, el jubilado ocupa un papel no deseable para la sociedad. 
Mi opinión, no obstante, acerca del cese de un trabajo no es más que una cima alcanzada. Desde niña me he imaginado la existencia como un caminar por aquella línea quebrada que dibujábamos en la infancia, un caminar hacia arriba hasta coronar un pico, lo cual no significa, una vez alcanzado, que hayamos coronado la cumbre. 
Con frecuencia se suele exclamar dando felicitaciones y ánimos a los "cumbreros" de la primera cima alcanzada que suele coincidir con la jubilación: ¡ea, ahora a descansar, ahora la buena vida, ahora a vivir, etc.! Hay una frase que dice: Cuando más trabajo es cuando no trabajo. Si no trabajara, la vida dejaría de interesarme. Por eso, una vez más la conocida frase de Luther King: Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar anda, si no puedes andar, gatea. Pero hagas lo que hagas, siempre sigue hacia delante. 
Ese es precisamente el gran proyecto tras la jubilación: no quedarse parado viendo cómo camina el mundo, sino seguir progresando e integrados en una sociedad que si no valora la experiencia de los mayores, la necesita. La jubilación, a veces, puede parecer un gran fantasma, pero bajo su trampa de sábana blanca sigue la vida.


13 jun 2015

Más que amigos

Carta al fallecido  escritor y amigo Juan Luis González Ripoll
Esta carta fue publicada cuando aún vivía.

y yo, como gaviota cansada, 
sigo arriando mis vuelos en sus orillas

Cito textualmente palabras de alguien  que refiriéndose a la amistad me decía: A veces necesitamos mucho tiempo, mucho esfuerzo para ir avanzando en el conocimiento de otro, para consolidar una amistad. Suele ser lo habitual. pero sin embargo hay otras ocasiones en las que el avance del conocimiento se produce a una velocidad tan insospechada que nos deja perplejos. Más adelante añadía: Y este es mi caso contigo. ¿Tú puedes decirme cuál es el misterio?
Hoy, querido José Luis, un amigo común me comunicaba por teléfono tu estado de salud y cómo, ingresado en el hospital, preguntabas por mí y expresabas  tu deseo de verme. En la soledad  de esta casa irrumpió un halo de congoja, al tiempo que mis pensamientos, en un vaivén de recuerdos, me devolvían al amigo entrañable de siempre. Al hombre que me distinguió con su más puro afecto. Al  intelectual que, con tan sólo  un encuentro, me aceptó sin límites, a mí, ingenua discípula de sus muchos méritos y virtudes. 
Por eso a ti, querido José Luis, yo te hago hoy a ti la pregunta: ¿Puedes decirme cuál es el misterio? Creo que, en nuestro caso, sé la respuesta: tú, hombre superior,  me valoraste sin competitividades, sin participar en las conjuras de los necios, porque tus alas siempre se alzaron  por los aires limpios de la generosidad y el reconocimiento.
Tu recuerdo hacia mí en este mal trago, si bien me ha invadido de pesar, me ha reconfortado, no obstante, el alma: le importo a alguien: te importo a ti que eres mucho más que alguien. ¡Cómo recuerdo, y cuánta emoción y agradecimiento  siento por aquel homenaje que organizaste en mi honor! ¡Cómo  te veo y me veo en tu confortable estudio de la calle del Niño Perdido, dándome ánimos, sentada en la alfombra, junto a tus rodillas, leyéndome  fragmentos de mis propias obras, relatándome  maravillas de tu tan querida sierra de Cazorla...!  Allí, amistad y literatura; allí sinceridad y afecto; allí el triste compartir panoramas que ni son de tu mundo, ni tampoco del mío. Te quiero, amigo, te necesito. 
Quédate un poquito más. Ponte bueno. Necesito que me sigas llamando mi escritora, mi amiga. Sólo así sabré  que lo soy, porque tú eres hombre sumamente selectivo y de palabra.
Y se fue, se desvaneció como la espuma de las olas en la playa, y yo, como gaviota cansada sigo arriando mis vuelos en sus orillas.

8 jun 2015

Carta a mi hijos


Queridos hijos: sé, exactamente, lo que vais a pensar y decir por hacer pública esta carta, pero la razón de hacerlo, y de ello  podéis estar  seguros, no es otra que  proclamar  la bondad y grandeza de tantos otros hijos  de los que, con frecuencia se piensa, se dice  que no atienden suficientemente a sus padres. 
Por supuesto que los hay, pero  muy pocas veces  es motivo  de contar lo positivo, lo bueno y generoso de hijos como vosotros que si bien, los tres andáis siempre, y no llegáis, a vuestras muchas ocupaciones, en estos meses de mi accidente, os habéis turnado, cada cual como ha podido, pero  priorizando cada instante mi  asistencia y  renunciando a tiempos de ocio, sueño, incluso a necesidades familiares, Días y noches junto a mí sin reparar en nada y haciéndome  fácil lo difícil, divertido, lo dramático…
Gracias, mis queridos hijos. Es justo que así lo haga, a pesar de que puede que muchos padres piensen, y llevan razón, que es obligación. Y ya sé que lo es pero hay muchas formas de cumplir con la susodicha obligación, y vosotros la habéis asumido con tanto cariño, de forma tan generosa que en todo momento me habéis hecho creer que casi era un placer atenderme, y me habéis obsequiado, complacido, incluso en lo que, sin yo pronunciar palabra, sabíais que eran mis costumbres y gustos.
Cuando murió papá, aquel tremendo día, y cuando todavía eráis niños, al oírme decir que me quedaba sola, Ramón exclamó, y era voz de los tres: nunca, nunca  vas a estar sola, mamá; estamos  nosotros. Es verdad que en todos estos años hemos convivido sin grandes problemas, porque,  entre otros motivos, siempre he tenido claro que los hijos deben  vivir su vida y no los podemos estar reclamando  constantemente para la nuestra y para cualquier cosa y mucho menos quejándonos y reprochándoles  su no constante presencia y atención, e incluso echándole en cara lo mucho que hemos hecho por ellos y el mal pago que recibimos. Absurdo reproche  si esperamos  que nos salden la deuda  por algo que  le dimos sin que nos lo pidieran. 
Lo importante es que estén ahí, como habéis estado vosotros, cuando de verdad os he necesitado, que sin reparar en sacrificio alguno os habéis excedido en todo y por todo.
Por eso, hoy, os doy las gracias de corazón. Sé que  quise ser la mejor madre, pero seguro que me equivoqué en mucho, pero de lo que no podéis dudar jamás es de que, tal vez mi mayor error fue quereros demasiado. Creo que no me arrepiento porque lo que yo no os exigí, con creces os lo ha exigido la vida y vuestra aceptación y respuesta  ha sido de diez,  en parte, creo también, precisamente por eso: nunca, nunca os falto el amor.      
 Los hijos, mis hijos no han sido nunca una carga,  los hijos, mis hijos, sí son un gran regalo; lo mejor que tengo  por  lo  que doy gracias a Dios todos los días de mi vida.