Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

27 dic 2013

El mejor abrazo


    
Relax, proyectos e ilusiones vacacionales, al volante de un lujoso automóvil, me dirijo a un pueblo cercano.  Al pie de una iglesia de puertas abiertas y  repleta de gente, aparco. Sentada cerca del altar, con olor a nardos, recuerdos y nostalgias de otros tiempos, me encuentro bien. Regreso, no obstante, pronto al presente de mi coche que, con dos ruedas pinchadas, me aguarda. Y mi felicidad, proyectos e ilusiones se tornan, súbitamente,  ansiedad, impotencia, súplica…  
Y él, hombre de a pie, grueso, colorado, sudoroso, se me acerca: No se apure, señora –exclama-;  ya mismo está su coche en marcha. Bártulos en mano,  tirado por el suelo, unos minutos de silencio y… ¡Ea, ya está! –vuelve a exclamar, limpiándose las manos-. ¿Ha visto usted? En mis ojos, unas sentidas lágrimas de alegría y agradecimiento. Apenas digo algo. Él, hombre, prosaico, elemental..., echándome un brazo por encima, me aprieta junto a su tosco y jadeante cuello. ¡Venga!  ¿La llevo a su casa? ¿Se encuentra bien? Recomponiéndome, contesto: ¡Ya se ha molestado bastante! Gracias; estoy bien. Con la mirada  y una mano levantada, me sigue, hasta que me pierdo en el tráfico punta de la hora. Al volante siento que el más sobresaliente  e impensado proyecto de mi vida me acaba de sorprender: El abrazo de aquel inédito hombre, de un ser humano, sin más.

Abrazo, que al finalizar el año, en el balance de recuerdos, encuentro y extiendo a mis amigos/as como el más sentido y sencillo obsequio de este dos mil trece que se nos apaga.

1 comentario:

  1. Fantástico el encuentro sobre todo en estos tiempos en los cuales nunca sabemos con quien nos vamos a encontrar.

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