Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

11 may 2013

Somos lo mejor que tenemos


(DE MI OBRA "SOMOs LO MEJOR QUE TENEMOS")


Ciudad y campiña, desde mi terraza.
Yo pienso: ¡Qué solo, no obstante, el hombre!
pero, sin miedo, trato de sobrevolar paisajes
con las alas que me crecen en momentos de paz y esperanza.

Querido amigo/a posibles lectores de este sencillo blog. Un párrafo del prólogo de mi obra, editada en Desclee de Brouwer y que me consta ha sido, y es de gran ayuda. Más adelante iré citando otros párrafos que me creo pueden ser de gran utlidad para todos los que buscamos la verdad, limpia de todo lo superfluo y vanal.

Dice Aristóteles:

Bastarse a sí mismo es una forma de felicidad.

No obstante es bastante infrecuente que el ser humano pierda el miedo a ser feliz, sin esperar grandes cosas de los demás.
Y es por eso que se sienta abocado, en incesante búsqueda, al remedio fácil, a la ayuda que, a cualquier precio, pueda encontrar sin que medie, la mayoría de las veces, ni tan siquiera amistad, profesionalidad ni, por supuesto, mera estima.
Proliferan, pues, embaucadores a los que, no obstante, hay que reconocerles un valor: han descubierto la importancia de escuchar, de acercarse, de saberse cálidos y hasta mágicos, y la gente sana, cura, es feliz, cuando se sabe atendida por tales prerrogativas.
Vivimos en una sociedad que potencia el escepticismo de seres humanos tan, de forma natural, dados a la comunicación, al intercambio de emociones, problemas, sensaciones...
Buscar en soledad la verdad es caer en la cuenta de que el hombre es un ser solitario que necesita la presencia de los demás para creerse acompañado, comprendido y amado.
Pero no ha lugar a tal en un mundo duro de oído a la calidez de la palabra, porque son demasiados los ruidos interiores y ellos nos ahogan en una especie de indiferencia absoluta.

Y yo digo:

 Somos lo mejor que tenemos.

No debemos, pues, ni ignorarlo, ni desaprovecharlo porque nacimos solos y moriremos solos. ¿A que mayor aventura podemos enfrentarnos en soledad? No, no hay tal. Aprendamos, pues, a caminar sin manos que nos guien, pero si las encontramos, no las despreciemos. Tal vez nos hagan más  "disitraido" el tránsito.

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