Querido mayor: U
Para ti esta bellísima rosa encontrada en el camino.
Mi cuento va por ti y por mí:
Un hombre, aficionado a la vida cómoda, el día de su jubilación, se dijo: Ya es hora de descansar. A partir de hoy, ¡buena vida! Lo tengo todo hecho. Ahora les toca a los demás.
Otro hombre, de su misma edad y circunstancias, se dijo: Hay mucha faena por hacer. No, no me jubilaré; seguiré trabajando en lo que pueda.
Sucedió que, pasado algún tiempo, el hombre que se había dado a la vida cómoda, observó cómo su vecino regresaba del campo con las manos llenas de frutos de su cosecha. ¡Vaya! -se dijo-. Es la hora de la recogida y, ¡qué buen año ha debido ser a juzgar por la recolección que ha hecho mi vecino! Iré a mi campo y recogeré mis frutos no vaya a ser que me los roben.
Y a toda prisa se dirigió a su propiedad, pero, cuando estuvo en ella, sólo encontró un erial de pasto y forraje que ni tan siquiera servía de alimento a los animalillos del campo. ¿Cómo es esto? - vociferó desesperado-. ¡Sí, me han robado! ¡Ladrones, ladrones…!
No obstante, reflexionó: ¡Qué desmemoriado y torpe he sido! -se decía- ¡Se me pasó el tiempo de la sementera! ¿Qué hacer ahora? Ya la noche cae, y mis ojos sólo son fatiga y sueño.
Atravesaba su campo ya de regreso, cuando, a la luz de la luna, observó cómo en la linde de aquel su camino había crecido una humilde campanilla. Se dijo: ¡Caramba! ¡Algo es algo! La regaré todos los días, la visitaré y abonaré. No puedo permitir que se asfixie la única flor que me queda.
No, no permitamos perder la oportunidad de seguir creando aunque tan solo sea una sonrisa.
Precioso cuento el cual nos deja una gran lección. Un abrazo
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