Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

26 dic 2012

Jubilados del 2012


¡QUÉ BELLO PUEDE SER TAMBIÉN EL OCASO!


JUBILATE DEO OMNIS TERRA

Parte de mi sencillo discurso, en el día de la jubilación de maestros, pero que dedico, por igual, a todos los jubilados del 2012 

En el verano del noventa y seis, invitada a dar una conferencia a personas de la tercera edad, me encontré con un buen grupo de maestros y maestras jubiladas.
Como es lógico, rápidamente, sintonicé con ellos. Y tras la conferencia y durante un generoso ágape de convivencia, conversamos de muchas cosas.
Hasta aquí todo normal. No obstante, aquellos nuestros comunes intereses - escuela, niños, padres, experiencias, etc - llegaron a un punto, yo diría que algo oscuro, de convergencia. Uno por uno y una por una se fueron definiendo como jubilados LOGSE.
Y digo que en aquella expresa coincidencia, que más bien parecía una ingenua complicidad, había algo sutil, con su miaja de regocijo oculto: ¡Todos y todas jubilados anticipadamente!, o lo que es igual, unos chavales en plena forma, privilegiados por arte y gracia de una ley. Una honorable ancianita, porque lo era, de pelo cano ensortijado, con evidentes temblores, cuando medio la dejaron, cuando medio pudo, alzó una débil voz para decir: "Yo, por incapacidad física".
Así que yo parto de que aquí todos y todas somos jubilados LOGSE (¡qué bien suena! ) Lo peor, o lo mejor, no sé, es que nos lo creemos hasta el punto de que nos podemos morir centenarios sin haber cumplido la edad de la jubilación. Nosotros y nosotras somos, de pleno derecho, y para los restos, jubilados LOGSE o jubilados por una ligera incapacidad física.

Queridos compañeros: A principio de curso, escribí un artículo que hoy, para todos, voy a parafrasear: Cítara en mano clama el Rey Salmista, tras la victoria: alabad con júbilo a Dios toda la tierra / Alzad los cánticos, las ovaciones y los salmos... Maravilloso final para una vida de lucha. Entonad el himno de la alegría, porque jubilarse con la conciencia de haber realizado un proyecto, es trasladar al corazón esa paz que ve una fiesta en todas las aldeas y que difícilmente está al principio del camino. Muchos años quedan atrás.
Una se conmueve al recordar: pueblos, gentes, escuelas... alumnos/as. Una se nota por dentro el agridulce de la despedida. Una llora lágrimas que sólo conoce el alma. ¿Se fueron las alegrías de la juventud? ¿Se perdieron las ilusiones de la madurez?
Nada se viene, nada se va por la gracia de unos años, de unas circunstancias... Cada día perdemos algo; cada día recibimos mucho. Cada instante ponemos fin a un pensamiento; cada instante nos brotan ilusiones nuevas. ¿Por qué tener horror a la edad? ¿No sería por ventura más delicado hacer de ella una segunda, tercera... belleza, grave, otoñal, algo melancólica, discreta que contrastara con la atolondrada hermosura de los veinte años? ¡Veinte años los tiene cualquiera! En cambio, es muy difícil tener cuarenta, sesenta...
No obstante es curioso cómo, con cierta compasión, los que te rodean `porfían en expresiones: "¡si tienes un montón de cosas que hacer! ¡si ahora es cuando vas a poder realizar todo lo que te gusta!, etc, etc".
Como no puede ser menos, una escucha y piensa: "¿Por qué habría de tener cosas que hacer para seguir viviendo? ¿Acaso no es más que suficiente el vivir unos años gozando de los jardines, del campo, del paseo, de la música, de los amigos, de los hijos, de los nietos..? ¿Acaso no es bonito percibir el olor de la espíria y del romero en el fragor de recuerdos que son curriculum por el que alabad a Dios? Tiempo de reflexión serena, tiempo de descanso, tiempo, tiempo...

Hace años dediqué un poema a un compañero jubilado, muerto, hoy. Os lo dedico y me lo dedico:

 No sé qué me pasa hoy que la alegría me cansa.
Mi vida, instantes de nada, izada en sueños, sonrisas, lágrimas, palabras...
Busqué espumas blancas, playas de sirenas encantadas,
horizontes de noches lejanas...
Busqué revuelo de gaviotas y secretos en los trigales...
busqué suspiros en las almas y aventuras y esperanzas.

¿Qué más podía pedir a mi nada?

 
Muchas lágrimas en el camino, ocultas, amargas...
Largas tiempos acechando ausencias,
horas muertas en los atrios de las casas...
Cae la tarde, y en aquellas luchas por llenar mi nada,
y en aquellos horizontes de noches lejanas,

¡Dios mío! ¡Cuánto amor!
¡Cuánta alegría me cansa ya el alma!

Recuerdo, hoy, especialmente a mi padre. Jubilado, enfermo... cada mañana se tiraba de la cama y exclamaba en su delirio: "llego tarde al trabajo". Y es que somos tan humanos que nos duele la ausencia de lo rutinario, pero creo, no obstante, que, merecerse el descanso, debe ser la mejor rutina a la que debamos a acostumbrarnos.
Sentarse a descansar, tras un largo día de siega, era el mejor premio para aquellos segadores de mi infancia que en los rigores de las cunetas se eternizaban en historias, tortillas y tragos de vino.
Pero sólo se recoge el fruto de la semilla sembrada, cultivada, mimada... Nosotros, maestros y maestras de la postguerra hemos sembrado y cultivado, sobre todo y ante todo, por amor. Pocos medios, peores aulas, difícil todo. Nos hicimos maestros y maestras por vocación y el magisterio es una especie de sacramento que imprime carácter, de forma que... hasta que la muerte nos separe, seremos maestros, maestras, porque allá dónde nos encontremos, siempre habrá añguna lección que dar, alguna que recibir.
Y a los más jóvenes aquí presentes, entyre ellos, ¡como no!, mis hijos y hasta nietos, sólo unas palabras: la vida es breve, y es por ello por lo que no hay demora para la siembra, de forma que, cuando llegue el atardecer, los frutos maduros sean tantos en vuestras manos que podáis exclamar. "El verdaderosignificado de la fuerza, la libertad, de la paz... no está en el poder, ni en la gloria, está, y nos llevará a morir tranquilos, en la conciencia de haber cumplido hasta la saciedad aquel deber que, desde el mismo día de nuestro nacimiento, nos fue encomendado por un Dios: "Creced y multiplicaos".
Yo creo que todos los presentes, con una simple mirada retrospectiva, comprobaremos que sí, que nuestra vida ha sido un creced en sabiduría y un multiplicarnos en amor.

¡Alabo, pues, con júbilo a Dios por vivir este día!





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