Ek arte de envejecer

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3 dic 2012

Padre Nuestro del Mayor

Queridos mayores:

Con mi gran respeto a todas las creencias, me permito ofreceros el Padre Nuestro que escribí, desde el alma, para un colectivo de jubilados y para mí, en primer lugar.


Por oscura  que nos parezca la noche,
siempre, siempre hay luz suficiente para seguir caminando.


Padre mío que estás en los cielos:

En este día, atardecer ya de mi vida, quiero pedirte el pan que más necesito como alimento.
Tú que siempre me lo diste, sé generoso en esta hora y escucha mis ruegos:

No permitas, Señor que los años me hagan insensible a mi realidad presente.
Quiero seguir siendo canción, ilusión, beso
para cada ser humano, sin que me importe
el color de su piel, su nombre, su país...
Sólo, sí, sólo su mirada fija en mis manos de padre,
de madre, ayer, de abuelo, abuela, hoy.

Padre mío que estás en los cielos:

Quiero santificar cada hora que el reloj implacable del tiempo me vaya
 recordando mis achaques y deterioros.
Quiero aceptar en paz la soledad y el dolor.
Quiero ocultar lágrimas y repartir sonrisas.
Quiero tener las manos tendidas en la dirección del amor.

Padre mío que estás en los cielos:

Venga a mí tu reino, aquel dónde yo pueda
seguir siendo zahorí del jardín maravilloso del mundo...
No me importa que la parcela sea pequeñita.
¡Déjame, al menos, una pequeña flor que cultivar!

Venga a mí tu reino, aquel dónde la injusticia
no me sea indiferente, dónde la ilusión siga alumbrando e
ste camino que me va a cercando a grandes pasos a ti,
al tiempo que me va alejando de mí.

Venga a mí tu reino de paz, sí, la paz del deber cumplido,
con fallos, con errores, con olvidos...
¡Soy humano, Señor!,
la paz que, hoy, minuto a minuto, quiero crear, compartir...
Quiero vivir la  paz en la que deseo morir.

Padre mío que estás en los cielos:

Hágase tu voluntad, sin que me revele,
sin que me asuste, sin que te reniegue.,
sin que deje por ello de luchar.

Líbrame, Señor, de la arrogancia, de la hipocresía,
de la envidia...
Líbrame de caer en pesimismos y lamentos...

Dame. Señor, cada día, el pan que me torne
a mi realidad de hoy para que sin nostalgias,
sin temores, siga construyendo, caminando...

Y no permitas, Señor, que ciego a esta realidad,
me proclame joven y virtuoso; tampoco viejo y necio.

¡Dame, Señor, tu pan..!

Tú pan, Señor, es el bocado que necesito
para que mi AMEN definitivo sea
un cántico de gloria que te haga sonreír por los siglos de los siglos...






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