Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

25 sept 2013

Breve relato: El loco





Hacía frío ya.
Los primeros aguaceros habían asentado el polvo de los jardines. Todo el paseo era como una misteriosa y repentina caída del otoño. Atrás quedaban los jugueteos de niños por caminos y fuentes. Atrás, los reposados silencios de los viejos. Atrás, alegres y cómplices coqueteos de enamorados.
El paseo era una sombra sin más perfiles que las copas peladas de los plataneros, sin más vida que la de aquel desarrapado y pobre "loco" que seguía paseando encogido como si siempre llevara frío, con la cabeza acurrucada entre los hombros y  doblado su pequeño cuerpo en un incontrolable tic que se adivinaba entre los pliegues de una vieja gabardina.
Día tras día, en todas las estaciones, recorría, de la mañana a la noche, el paseo, camino del río, y allí, justo en la orilla, entre álamos y cantos de pájaros, se quedaba eclipsado en interminables murmullos que nadie entendía y que más bien parecía como si hablara a la corriente.
La gente lo miraba con indiferencia y repetía: ¡Pobre loco! ¡Cualquier día no vuelve! ¡Mejor así!
Él, para sus adentros, adivinaba, sonreía y exclamaba: ¡Pobres locos! ¡Cualquier día se van y no vuelven! Lo peor es que no  lo quieren saber. ¡Mejor así!

No hay comentarios:

Publicar un comentario