Ek arte de envejecer

Ek arte de envejecer

19 oct 2013

MUJER MALTRATADA


Más que cuento 
       

¡Pobre gaviota sin más referencias
 que las manos del veraneante que la hirió!

Corrían malos años aquellos primeros de mi magisterio  Mi residencia, una habitación en casa de vecinos. Permanecí en ella un curso, pero jamás podré olvidar a María. Ella, pequeñita, silenciosa, trabajadora, pareja del dueño de aquella fría, incómoda y destartalada vivienda, con cuatro hijos pequeños, de sol a sol, prestaba servicio a todos: limpieza, cocina, ropas…  Y en sus labios siempre una palabra amable, una sonrisa, un gesto humilde. 
No obstante en su rostro azulado podía adivinarse el sabor de muchas lágrimas calladas, de muchos miedos soportados, de una inmensa marea de interrogantes que le reventaban el alma sin respuestas.
Una noche y otra, yo la escuchaba, a través de las paredes, suplicando, llorando… ¡No me pegues, no me pegues! Y escuchaba golpes acompañados de  voces brutales de aquel hombre que, celoso y medio borracho, la agredía, la humillaba, la maltrataba.
Recuerdo que, me tapaba la cabeza con aquellas sábanas de lienzo moreno, como si me protegieran de  tamaña barbarie, pero mis noches se tornaban horas de  insomnio en las que mi corazón estallaba en fuertes latidos  de  rabia, impotencia… dolor.
Yo casi una niña sin recursos, denuncié, pero todo fueron oídos sordos. ¡Maldita sea! Corrían otros tiempos.

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