Ek arte de envejecer

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3 ene 2014

Mi carta a los reyes Magos





Queridos amigos y amigas: También yo he escrito mis cartita a los Reyes Magos. Sí, para esos  sacos que llevan vacíos por si  se nos ocurre dejarles algo ya que también a ellos les gustan los regalos. El mío, una carta para ese dios que está en ti y en mí, en todos y no colgado del cielo como  un guiñol, carta que quiero compartir con mayores y jóvenes porque ya todos  sabemos “leer”, como mínimo. Se trata de mi oración de cada día y que dice así:
Padre mío que estás en los cielos: En este día, quiero pedirte el  pan que más necesito como alimento. Tú que siempre me lo diste, sé generoso en esta hora y escucha mis ruegos:
No permitas  que los años me hagan insensible a mi realidad presente.
Quiero seguir siendo canción, ilusión, beso  para cada ser humano, sin que me importe el color de su piel, su nombre, su país... Sólo, sí, sólo su mirada fija en  mis manos de   de madre, ayer, de abuela, hoy… De hermana, siempre para todos.
Padre mío que estás en los cielos: quiero santificar cada hora que el reloj implacable del tiempo  me vaya recordando mis achaques y deterioros. Quiero aceptar en paz la soledad y el dolor. Quiero ocultar lágrimas y repartir sonrisas. Quiero tener las manos tendidas en la dirección del amor.
Padre mío que estás en los cielos: venga a  mí tu reino, aquel dónde yo pueda seguir siendo zahorí del jardín maravilloso del mundo... No me importa que la parcela sea pequeñita.  ¡Déjame, al menos, una flor!
Venga a mí tu reino, aquel dónde la injusticia no me sea indiferente, dónde  la ilusión siga  alumbrando este camino que me va a cercando a grandes pasos a ti, al tiempo que me va alejando de mí.
Venga a mí tu reino de paz, sí, la paz del deber cumplido,  con fallos, con errores, con olvidos...¡Soy humana! La paz que hoy, minuto a minuto, quiero crear,  compartir... Quiero vivir. La paz en la que deseo morir.
Padre mío que estás en los cielos: hágase tu voluntad, sin que me revele, sin que me asuste, sin que te reniegue., sin que deje por ello de luchar.
Líbrame de la arrogancia, de la hipocresía, de la envidia...Líbrame de caer en pesimismos y lamentos...
Dame. Señor, cada día, el pan que me torne a mi realidad de hoy para que sin nostalgias, sin temores, siga construyendo, caminando...Y no permitas que ciega a mi realidad,  me proclame joven y virtuosa; tampoco vieja y necia.
¡Dame, Señor, tu pan..! Tú pan es el bocado que  más necesito para que mi AMEN definitivo sea un cántico de gloria que desearía se  se extendiera por el mundo como el mejor himno de paz  por los siglos de los siglos...
¡Ah! También quiero que se me arregle el frigo que, ¡vaya lata que me está dando! Hasta el año que viene y buen viaje. Os quiero.

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